Aún recuerdo aquellos
años de caminar junto a las cristalinas aguas del arroyo, aquel fresco y limpio
arroyo que bañaba los bosques de mi tierra ancestral. Mis pies descalzos
acariciaban la tierra, sentía en mi cuerpo la viveza de un fuerte y frondoso
bosque. Los animales encontraban en él un refugio en donde pasar sus días,
reproducirse, criar a sus pequeños y finalmente, fallecer. El viento acariciaba
las hojas de los árboles, creando con su roce una dulce melodía que recorría
cada uno de aquellos mágicos rincones, sincronizando a todos los seres en una
armoniosa y tenue sinfonía. Las coloridas flores y las abundantes plantas y
arbustos daban un toque de color al verde del lugar, creando pequeños enclaves
de mágicos arcoíris florales.
Ahora, de nuevo, vuelvo a
caminar por donde antaño se encontraba aquel hermoso paraje, pero en estos
oscuros tiempos ya apenas quedan árboles en el lugar. Los animales lo han
abandonado, huyendo del yugo de los mortales o bien cayendo bajo sus armas. Los
viejos espíritus que habitaban el lugar vagan perdidos, buscando aquel refugio
que antaño fue su hogar, sus tristes y melancólicos lamentos se pierden entre
el estruendo de las idas y venidas de las monturas mecánicas de estos tiempos.
Solamente aquellos que aún guardan en sus corazones los recuerdos de la vida de
antaño pueden ser capaces de escuchar sus voces, aunque muchos de ellos
prefieren tapar sus oídos y cerrar sus corazones.
Cuando escucho hablar a
los nuestros, en ocasiones puedo estar de acuerdo con ellos, sus afirmaciones
respecto a nuestra monstruosa naturaleza bien pueden ser ciertas, pero muchos
se excusan en que es debido a nuestra maldición y nuestras almas condenadas.
Pero entonces, ¿entonces qué excusa tienen los mortales? ¿Acaso sus almas están
tan condenadas como las nuestras? Cómo han sido capaces de destruir aquello que
les da la vida... Nosotros decidimos si arrebatar o no una vida pero esa vida
es utilizada, en nuestra arrogancia, para otorgarnos el poder de continuar en
pie y alimentar nuestras condenadas almas, pero ellos... Ellos consumen la vida
de la Madre sin pensar en nadie más, ni siquiera en su propia condenación al
asesinar a su propia alma.
A mi buena y querida
amiga Anesha, intenta evitar volver a nuestra tierra pues su visión de muerte y
desolación no hará más que causar más pesar en vuestra alma. Espero que pronto
volvamos a encontrarnos en un paraje como los de antaño, cuando lo halle
recibiréis noticias mías de nuevo.
Hasta nuestro próximo
encuentro.
Serena, reina de los
bosques del Norte.
Mi
vieja y ancestral amiga volvió a ponerse en contacto conmigo y nos reunimos de
nuevo juntas en un hermoso paraje como aquellos en los que antaño vivimos, pero
ésta historia y la de Serena son aún un pequeño secreto para ustedes...